Entreno bien pero compito mal: ¿Qué me pasa?
Aprendiendo a gestionar los nervios en competición
El otro día hice una encuesta en mi cuenta de Instagram en la que preguntaba a mis seguidores si se sentían identificados con el título de este artículo. Las respuestas señalaban que un 82% sentía que rendía peor en competición que en entrenamientos.
Este hecho suele darse por una falta de confianza en las habilidades propias que acaba generándote un estado nervioso y que, a su vez, te empuja a cometer errores. Mejor te lo explico contándote una anécdota personal:
Llevo poniéndome nervioso a la hora de hablar en público desde que tengo uso de razón y por mucho que lo haga y lo repita, no puedo dejar de hacerlo.
Pero que no cunda el pánico, con los años he logrado que no se me note, bueno, que se me note menos. Tener algo en la mano (un boli) me da serenidad, he aprendido a proyectar la voz, a dirigir la mirada de forma correcta y aunque a veces puedo sentirme un poco robótico y forzado, el feedback no es tan malo.
Tengo bastante asumido que no voy a dar ninguna TED Talk ni seré nunca un gran orador, pero si puedo decir orgulloso que los nervios ya no me dominan.
Si eres deportista y estás leyendo esto, quizá te suene un poco la historia. Jugarse el trabajo de toda una temporada en una sola competición que puede durar segundos (según tu modalidad deportiva) pone nervioso a cualquiera y es lo más normal y comprensible de este mundo.
Cuando el resultado es importante para nosotros, los nervios serán inevitables. Aun así, y como te comentaba, “que no cunda el pánico” porque hay algunas cosas que podemos hacer para salir del paso con éxito.
Lo primero que cambié a la hora de afrontar mis exposiciones en público fue lo siguiente:
Dejar de pensar en lo nervioso que estoy
Parece un consejo que podría darte cualquiera y en realidad, así es. Aun así no es para nada un mal consejo, todo lo contrario. A continuación, te explico por qué.
En primer lugar, pensar en lo nervioso/a que estás hará que tu atención se desvíe de lo importante (aquello que tengas que hacer para rendir bien). Además, muy probablemente te conducirá a centrarte en “evitar cometer errores”, una estrategia que no suele funcionar casi nunca.
Y, en segundo lugar, intentar no estar nervioso muy probablemente acabe generándote más nervios. Un bucle, vamos.
Así que lo primero y más importante que debes hacer es ACEPTAR y normalizar los nervios y las emociones que te invaden en ese momento.
Los nervios por sí solos no te perjudican, son las acciones que realizamos para controlarlos aquello que nos conduce al error.
Si quieres aprender más y llevarlo a la práctica, te animo a suscribirte a mi «Newsletter». Con ello recibirás una Guía de Gestión Psicológica para Deportistas. Además, recibirás correos periódicos en los que te iré contando anécdotas, experiencias, consejos y reflexiones para que aprendas a afrontar de una mejor forma las dificultades intrínsecas al deporte. Aquí puedes hacerlo:
Siguiendo con el ejemplo, yo solía aprenderme las exposiciones orales de memoria, me pasaba horas practicando frente al espejo. Aun así, en el momento de la verdad, decidía salir a hablar con unas notas en la mano, pensando que me daban mayor seguridad y por eso de no quererme quedar en blanco.
Al final los nervios me llevaban a cambiar mi conducta. Había ensayado durante horas sin notas, no las necesitaba, pero entendía que esa vez era distinta, “más importante” y que requeriría hacer las cosas de otra forma.
El resultado era que acababa leyendo la nota y haciendo una exposición mediocre, dando la sensación de que no sabía de lo que hablaba y que no me había ni esforzado a aprenderme el tema.
Un tiro libre es un tiro libre, éste será el mismo sea en el minuto que sea y con el marcador que sea. Lo que cambia es el significado, su importancia, los nervios que nos genera y los cambios que realizamos a la hora de tirarlo porque pensamos que, si lo hacemos como siempre, no será suficiente.
Aquí la otra premisa:
Haz lo que haces siempre. Hazlo con nervios, pero hazlo igual
Llegados a este punto y para tu paz interior debo decirte que existen algunas herramientas que sí pueden ayudarte a controlar esos nervios y a lograr que no te sobrepasen y sean más llevaderos. Eso sí, difícilmente vas a dejar de sentirlos por completo, pero creo que la mejora puede valer la pena, ¿no crees?
Técnicas de relajación
Un clásico entre los clásicos. Ya sean respiraciones controladas o técnicas más avanzadas de meditación, pueden ayudarte a calmar los nervios fisiológicos y sus síntomas (pulso acelerado, tensión muscular, hiperventilación…). Para que realmente puedas beneficiarte de ellas, deberás practicarlas habitualmente y lograr cierto dominio.
Visualización
Otro clásico. Las técnicas de visualización requieren también práctica y cierto dominio, aun así, visualizarte teniendo éxito tiene efectos positivos en tu confianza y puede ayudarte a anticipar y prepararte para los nervios y otras dificultades de la situación.
Rutinas pre-competitivas
Las rutinas pre-competitivas son planes que detallan cada conducta y pensamiento que llevaremos a cabo momentos antes de competir. Incluyen desde la preparación del material hasta los mensajes que nos repetiremos para motivarnos o enfocarnos en lo importante en cada momento. Esto nos ayuda a reforzar nuestra confianza y a estandarizar las ejecuciones. Si siempre hacemos lo mismo, todo será más intuitivo y reduciremos las posibilidades de caer en algún error que nos fastidie.
Preparación
Obvio pero necesario recordarlo. Prepararte adecuadamente para la competición y cuidar los básicos (entrenamiento, nutrición y descanso) reforzará tu confianza y te ayudará a llegar más seguro al gran momento.
Por último, te recuerdo que, si quieres empezar a trabajar todas estas habilidades, para aprender a gestionar mejor los nervios y seguir creciendo como deportista y como persona, puedes ponerte en contacto conmigo para que hablemos y averigüemos si puedo ayudarte.
De mientras, te regalo la Guía de Gestión Psicológica para Deportistas, para que vayas familiarizándote con el tema 🙂
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